Ser mamá directiva me salvó la carrera

La voz de Rosana Fernández Espeso

Motherhood Bonus ✨

“Puedo ser una líder exigente, ambiciosa y orientada a resultados sin esconder que soy madre y que eso atraviesa mi forma de estar en el mundo.”

ROSANA FERNÁNDEZ ESPESO
Chief Human Resources Officer - Goal

Conocí la historia de Rosana a través de una buena amiga y supe que era una conversación que teníamos que traer a Motherhood Bonus. Casi tres décadas liderando personas, comités y transformaciones en multinacionales… pero es en su maternidad —una maternidad deseada, compleja y profundamente transformadora— donde aparece su liderazgo más valiente.

Rosana habla desde la honestidad más humana: la fragilidad, el miedo, la culpa, la fuerza y la claridad que emergen cuando la vida te lleva al límite más extremo. Su historia ilumina un tramo crítico que miles de mujeres atraviesan en silencio: el regreso al trabajo después de una maternidad que no siempre es luminosa, que no siempre es fácil, y que sin embargo redefine capacidades, prioridades y ambición.

Espero que la disfrutéis tanto como yo.


P. En algunas de tus publicaciones cuentas que el nacimiento de tu hija India, muy buscada y esperada, coincidió con un parto complejo que te llevó incluso a la UCI y que cambió tu vida personal y profesional. ¿Qué pasó por tu cabeza en ese “antes y después”?

R. Ese instante te parte en dos. Cuando desperté en la UCI, entendí que la vida puede darse la vuelta en un segundo y que lo único que quería era vivirla de verdad. Para mí lo importante en ese momento fue: yo me tengo que curar, tengo que estar viva y tengo que poder volver a casa para coger a mi bebé en brazos y cuidarla. Recuerdo ese sentimiento de gratitud y motivación cada día. Ese momento es imposible de olvidar. Hay un segundo en el que entiendes con una claridad brutal que nada —absolutamente nada— es tan importante como estar viva y poder sostener a tu hija.

Lo profesional, por primera vez, dejó de ser el eje. Sentí una llamada a dejar de correr por inercia y empezar a elegir desde otro lugar: desde la presencia, la coherencia y la gratitud.

La decisión que nació ahí fue simple y radical: construir una vida en la que pudiera ser madre sin pedir perdón por ello y una carrera en la que no tuviera que fragmentarme. Quería disfrutar de esa maternidad que tanto me había costado, sin renunciar a mi trayectoria profesional.

P. Elegiste definirte como “mamá directiva” en vez de “directiva mamá”.

R. Yo realmente pensaba que volvería de mi baja de maternidad, regresaría a la oficina y seguiría con mi trabajo… y luego cuidaría a mi bebé. Pero me di cuenta de que el orden había cambiado y de que tenía que organizarme de otra manera.

No fue renuncia. Fue poner orden. Para mí, el orden importa. “Mamá directiva” y no “Directiva mamá” significa que mi identidad no se negocia. Es mostrar que el liderazgo no exige sacrificar lo más importante.

Poner primero la maternidad no fue renunciar, fue recordar que el liderazgo también puede tener corazón. Puedo ser una líder exigente, ambiciosa y orientada a resultados sin esconder que soy madre y que eso atraviesa mi forma de estar en el mundo.

La valentía aparece en mi experiencia en momentos pequeños y cotidianos:

  • Cuando dije “no voy a esa reunión” porque mi hija tenía un mes.

  • Cuando pedí reorganizar un comité porque coincidía con algo importante para ella.

  • Cuando acompañé a mujeres de mi equipo recordándoles que no pasa nada por frenar, priorizar o descansar.

P. Has hablado de la vuelta al trabajo tras la maternidad como una experiencia crítica que te sacudió y te obligó a reinventarte. ¿Cómo viviste ese retorno a un rol directivo?

R. Durante el embarazo preparé a mi equipo: formé, di autonomía, reforcé seniority. No se trataba de desaparecer, sino de demostrar que liderar también es construir equipos capaces de sostenerte cuando lo necesitas.

No obstante, volver fue duro. Muy duro. Volver fue una revolución interna. Sentía miedo, cansancio… Porque vuelves siendo otra, pero el sistema te espera igual. Yo me sentía más vulnerable y más fuerte a la vez. Volvía sin saber que me iba a encontrar un entorno hostil que había decidido duplicar su exigencia conmigo de una forma brutal…solo por ser madre, pero también volví con una claridad que antes no tenía.

El aprendizaje más grande fue aceptar que el liderazgo no es invulnerable. Aprendí que liderar no es fingir que todo está bien. Que se puede dirigir desde la honestidad, diciendo “esto me está sobrepasando”, o “necesito apoyo. Y el segundo aprendizaje fue que volver no es “volver a ser la de antes”: es estrenar una versión nueva que pide espacios, ritmos y conversaciones diferentes.

Volvía distinta: más consciente, más vulnerable y, paradójicamente, más fuerte. La maternidad no te resta profesionalidad; te añade profundidad, perspectiva y una brújula moral que no falla.

Recuerdo cuando pedí una reducción de jornada. De pronto, los comités de dirección pasaron a ponerse por la tarde, casi como una forma de demostrar que “ya estaba fuera”. Y aun así, me mantuve firme: sabía que tenía razón al luchar por pasar tiempo con mi hija y al demostrar que seguía siendo la misma directiva de siempre.

P. Con casi 30 años en RRHH en multinacionales, has visto a madres profesionales en todas las capas de la organización. ¿Cuáles dirías que son hoy las barreras menos visibles que siguen encontrando las mujeres cuando quieren sostener una carrera después de la maternidad?

R. La barrera más profunda es la expectativa tácita de disponibilidad infinita. No está escrita en ningún sitio, pero se respira. También ese “si quiere promocionar, que demuestre que está al 200%”, que se traduce en jornadas imposibles para quien cuida.

Seguimos sin nombrar el coste emocional: la culpa, el agotamiento, los malabares. Sin nombrar la soledad de muchas madres en entornos donde nadie se atreve a admitir que esto a veces cuesta.

En los comités de dirección se habla de talento, pero rara vez de vida. Y eso deja fuera a demasiadas madres brillantes.

Recuerdo una compañera que, cuando yo compartí que me costaba separarme de mi bebé cada mañana, me dijo riéndose —casi con orgullo— que ella era una “madre desnaturalizada”. Yo sentí que era valiente al responder: “A mí me duele. Me cuesta. Supongo que me acostumbraré, pero ahora mismo no puedo fingir que no. Y no pasa nada.”

P. Sueles hablar de “Recursos Humanos con alma” y de la importancia de entender las circunstancias personales de las personas…

R. Recursos Humanos con Alma nació en esa en una época en la que dejé mi trabajo de directiva porque exploté, y me tomé un año de pensar un poco qué es lo que quería.

Quería seguir trabajando, lo tenía claro, pero quería dedicarme un tiempo a vivir la maternidad y después volver. Y tampoco pasa nada. De repente descubrí a otra Rosana que estaba ahí dentro, pero que no la terminaba de dejar de salir.

Para mí, es mirar a la persona entera, no solo a su rol. Es entender que detrás de un KPI hay un cuerpo cansado, una madre sin red, un padre con miedo, alguien atravesando un duelo. Es recordar que el trabajo es una parte de la vida, no la vida entera.

RR. HH. con alma es acompañar, no gestionar. Es sostener conversaciones difíciles, poner límites cuando toca, y crear culturas donde pedir ayuda no sea una señal de debilidad sino de madurez. Y, sobre todo, es no olvidar nunca que trabajamos con personas.

Al final, trabajamos con personas que sienten, y olvidar eso es el mayor riesgo para cualquier organización

P. Este mes en Motherhood Bonus hablamos de valentía como power skill de liderazgo.

R. Mi acto de valentía más silencioso fue aceptar que no quería seguir liderando desde la desconexión. Que no quería ser la directiva que llega a casa vacía, sin energía para su hija. Recuerdo el día exacto en el que dije “hasta aquí”. Y no fue una gran renuncia épica; fue un límite claro: priorizar vida antes que prestigio, salud antes que poder.Ese límite cambió el resto de mi carrera.

P. Si tuvieras que definir en una frase qué es aquello que la maternidad aporta al liderazgo, ¿Cuál sería?

R. La maternidad aporta un liderazgo que abraza la vulnerabilidad como sabiduría y convierte la ternura en una forma de valentía.

P. Si tuvieras que resumir tu Motherhood Bonus, ¿Cuál sería?

R. La capacidad de transformar el cuidado en estrategia, la resiliencia en liderazgo y la presencia en impacto.


Hablar con Rosana es recordar que detrás de cada profesional puede haber alguien sosteniendo batallas silenciosas que no aparecen en ningún KPI. Su historia ilumina ese tramo crítico —embarazo, retorno, reorganización interna— que tantas mujeres viven en soledad.

Su valentía está en haber puesto límites cuando todo empujaba a lo contrario, en haber elegido seguir presente sin renunciar a sí misma y en haber dado voz a una conversación que sigue demasiado callada en las empresas.

Si desde tu empresa quieres explorar cómo transformar estas experiencias invisibles en palancas de desarrollo y retención de talento femenino, 👉 hablemos.

De estas conversaciones nace la fuerza que nos ayuda a avanzar.

Un abrazo y hasta la próxima.


+ BIO
Rosana Fernández Espeso
Profesional de Recursos Humanos con más de 25 años de experiencia en liderazgo internacional, tanto en mercados maduros como emergentes. Ha trabajado en startups y grandes multinacionales, impulsando proyectos de M&A, reestructuraciones, transformación cultural, ajustes de plantilla y crecimiento de equipos. Especialista en transformación de RR. HH. y digital, con un sólido historial en alinear estrategia, personas y negocio. Ha liderado equipos y proyectos globales en Europa, Estados Unidos, México y Turquía.

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